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Los Blecua

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza

Desde Juan Antonio Pellicer (Encinacorba, Zaragoza, 1738‑Madrid, 1806) Aragón siempre ha sido tierra de grandes filólogos. Y filólogas, como María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900‑Madrid,  1981).

Nombres como Antonio Ubieto Arteta y su maestro José María Lacarra quien, aunque nació en Estella (Navarra), desarrolló su larga vida docente e investigadora en la Universidad de Zaragoza, más vinculados ambos a los dominios de la historia; el mismo Fernando Lázaro Carreter, autor entre otras muchas obras de El dardo en la palabra y director de la Real Academia Española (RAE) desde 1992 hasta 1999; o la familia de los Blecua, José Manuel Blecua Teijeiro y sus hijos José Manuel y Alberto Blecua Perdices, ilustran la larga lista de filólogos aragoneses.

En mis años de estudio de filología en la Universidad de Zaragoza, allá por los años 1980 y 1981, tuve la suerte de asistir a dos conferencias impartidas por los josemanueles.

Versó la del padre acerca de su carrera como estudioso y enseñante. No lo podía creer: el autor de los libros de lengua y literatura que estudié en el antiguo bachillerato estaba ante mí, en aquella aula de viejos pupitres de madera, dispuesto a transmitirnos su experiencia.

Y nos contó, entre otras cosas, que tras muchos años de estudio incesante, plasmado en numerosos trabajos, decidió darse un respiro y dedicarse a algo menor, pequeñito, mínimo, que no le supusiera demasiada dedicación. Pensando en esto llegó a la conclusión de que lo más pequeño que se le ocurría era el punto.

¿Qué podía haber más pequeño que el punto? El buen señor no sabía dónde se metía, pero enseguida lo comprobó, porque aquello que se había planteado poco menos que como una distracción relajante le llevó ¡diez años! Era el punto, pero también la coma, el punto y coma, los dos puntos… en definitiva, todos los signos de puntuación.

Su hijo tocayo nos visitó también, esta vez en el aula magna de la facultad, para hablarnos sobre la comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, La Celestina. El entonces joven profesor planteó una nueva lectura de la obra de Rojas que distaba mucho de los estudios que sobre ella se habían realizado.

Tras enmarcar histórica y socialmente la tragicomedia y tras una pormenorizada exposición y análisis de fechas llegaba a la conclusión que la dulce Melibea no era precisamente una jovencita, sino que su edad rondaría los treinta años.

Aquí se dejaron oír los primeros murmullos de la sala.

Prosiguió con su conferencia, a la cual asistió un buen número de doctores, catedráticos y profesores, explicando que en el tiempo en que se escribió la obra (hace más de quinientos años), una mujer —o un hombre— de esa edad era considerada ya una persona vieja y que difícil sería encontrarle algún pretendiente. Por esto precisamente son requeridos los servicios de Celestina que, a la sazón, ejercía de proxeneta entre otras muchas dedicaciones.

Aquí los decibelios de los murmullos de la sala se incrementaron exponencialmente.

¿Blasfemia!

Blecua hijo los acalló enseguida, demostrando con toda clase de datos explicativos que aquello, en el siglo xv, era así, ni más ni menos. Una mujer de treinta años tenía muy pocas posibilidades de casarse.

Aquella teoría echaba por tierra cualquier lectura que hasta entonces hubiera pretendido la idealización amorosa de las relaciones de Calisto y Melibea.

Al concluir, los doctos asistentes no pusieron tanto entusiasmo en aplaudir como los estudiantes, puesto que más de uno seguramente habría llenado muchas páginas teorizando sobre el tema del amor en La Celestina, pero con puntos de vista bien diferentes.

Ahora, aquel joven profesor tiene sesenta y un años y su nombre suena para disputarse el sillón más preciado de la RAE, el de director, junto a Darío Villanueva.

José Manuel Blecua Perdices, el día de su ingreso en la RAE

El próximo día 16 de diciembre, tras ser aplazada la elección en la votación del jueves pasado, sabremos si, de nuevo, un aragonés dirige los destinos de tan importante institución, en unos momentos en que algo se mueve en el idioma hispano. Tras la aparición de la esperada Nueva gramática de la lengua española se va a publicar la nueva ortografía, que tantas controversias está levantando. Mucho camino le queda por delante a quien resulte elegido y desde aquí felicito a los candidatos y los animo a seguir tirando del carro, porque el idioma no para, y la RAE, junto a las demás academias hispanas, no deben permanecer como meras figuras decorativas como tal vez, por desgracia, lo han hecho en épocas pretéritas.

à suivre.

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